Ford Probe: recuerda el mítico coupé de Ford

Durante los años 80 y 90 el mundo del motor vivió una auténtica revolución tecnológica y de diseño. En este contexto, Ford apostó por un modelo atrevido que rompió con la tradición: el Ford Probe. 

Un coche que nació con la intención de ser el futuro deportivo de la marca y que hoy, tres décadas después, se ha convertido en un auténtico icono entre los coches antiguos.

El Ford Probe fue presentado en 1988 como resultado de una colaboración entre Ford y Mazda, compartiendo plataforma con el Mazda MX-6. Su objetivo era claro: ofrecer un deportivo asequible, aerodinámico y moderno, capaz de competir con los coupés japoneses que dominaban el mercado.

Su nombre, “Probe”, evocaba la exploración y la innovación tecnológica, conceptos muy en línea con la era espacial que inspiraba muchos diseños de finales del siglo XX. De hecho, su carrocería fluida y su perfil bajo le otorgaban una estética futurista que aún hoy sigue llamando la atención entre los coches clásicos.

Ford Probe, color gris metalizado, parte frontal
Ford Probe Frontal

El diseño del Ford Probe fue uno de sus grandes argumentos de venta. Con una línea suave, faros escamoteables y una silueta que parecía sacada de una película de ciencia ficción, este Ford representaba la visión de cómo debía ser el coche del mañana.

El interior también destacaba por su enfoque tecnológico: cuadro de instrumentos digital, mandos orientados al conductor y una ergonomía poco común en los coches antiguos de su segmento. Dependiendo del año y versión, podía equipar motores de 2.0 a 2.5 litros V6, combinando eficiencia con un rendimiento más que respetable para la época.

A pesar de su innovación, el Ford Probe tuvo una recepción dividida. Muchos esperaban que fuera el sustituto directo del Ford Mustang, algo que nunca llegó a concretarse y que generó cierta polémica entre los puristas de la marca. Sin embargo, con el paso del tiempo, el Probe ha sido revalorizado por los coleccionistas y entusiastas de los coches clásicos que aprecian su carácter distintivo.

En Europa, especialmente, el modelo encontró su propio público: conductores que buscaban un deportivo diferente, con un diseño atrevido y una mecánica fiable. Hoy en día, no es raro verlo en concentraciones de coches históricos, donde su estilo noventero y su rareza lo convierten en una pieza muy apreciada.

Ford Probe interior, salpicadero y volante
Ford Probe interior

El Ford Probe tuvo dos generaciones principales:

Primera generación (1988-1992)

Basada en la plataforma Mazda GD, ofrecía versiones con motores de cuatro y seis cilindros, siendo el Probe GT el más potente. Su éxito en EE. UU. fue moderado, pero marcó el camino hacia una evolución más madura.

Segunda generación (1993-1997)

Con un diseño aún más estilizado y moderno, esta versión se consolidó como uno de los coupés más avanzados de Ford en los 90. Montaba el conocido motor V6 de 2.5 litros y ofrecía un comportamiento dinámico notable. A día de hoy, esta segunda generación es la más valorada entre los coleccionistas de coches clásicos.

Ford Probe, frontal y lateral izquierdo
Ford Probe exterior

Hoy, el Ford Probe ha pasado de ser un experimento comercial a un modelo de culto. Su escasa producción y su estética atemporal lo han convertido en una joya para los amantes de los coches antiguos.

Muchos lo consideran un ejemplo perfecto de cómo la industria del automóvil experimentó con nuevas ideas en los 90, buscando el equilibrio entre rendimiento, diseño y tecnología. Y aunque nunca logró el éxito masivo de otros modelos de Ford, el Probe dejó una huella imborrable en la historia de los coches históricos.